07 Ene 2024
Hay algo en Juan el Bautista que llama la atención: su persuasión de que ha de ceder el paso a Jesús, de que tiene necesariamente que menguar ante Él. Juan se siente movido a relativizarse, a colocarse a un lado, a respetar lo que, a través de Jesús, Dios quiere hacer por su pueblo. Al final, su conclusión es clara y taxativa: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo». Juan experimentó que, en la medida en que reconocía cada vez más a Jesús y le permitía estar en el centro de sí mismo, conseguía ser libre. Reconoce su identidad como predecesor del Señor y no lo vive, en absoluto, como una enajenación de sí… La experiencia cotidiana de fe confirma que estamos llamados continuamente a decrecer.
La alegría evangélica pasa por la negación de nuestro egoísmo en tantas versiones variadas como adopta. Pero eso es posible mientras acogemos simultáneamente a Jesús. No deja de ser una extraña peregrinación hacia el descubrimiento de nuestra propia identidad. En Jesús, no sin El o a pesar de Él, encontraremos mejor la respuesta a quiénes somos. Y la respuesta
que hallemos siempre nos reconciliará con nosotros mismos.
Francisco Jose Ruiz Pérez,S.J